BEETHOVEN, Ludwig van

CUARTETO EN DO MAYOR, op. 59, núm. 3

Cierra este cuarteto la serie de tres que Beethoven dedicó al conde de Rasumowsky, y con los cuales inició una profunda evolución en su estilo en el terreno de la música de cámara. «Cuarteto del héroe («Helden‑Quartett») es el título con que se le conoce en países germánicos, y suele asignársele en la producción beethoveniana un puesto análogo al que ocupa la «Heroica» entre las sinfonías brotadas del mismo numen. Tiene, por otra parte, una elocuencia que, en opinión de algunos críticos, puede compararse con la que reina en la «Quinta Sinfonía», del mismo creador. Sin embargo, los dos tiempos centrales carecen de tales rasgos, como si los hubiera incubado otra clase de sentimientos.


I. Introduzione: Andante con moto. ‑ Allegro vivace: Esta introducción parece mostrar al Beethoven que, aislado del mundo, se concentra en sí mismo, entregado a una profunda meditación. Desarrollase en notas tañidas, que se tañen pianísimo. Poco a poco se anima como si preparase la aparición del allegro evitando una transición brusca. Una vez iniciado el tiempo vivo, todo él parece vibrar con amplitud sinfónica dentro del estrecho marco del cuarteto, y destila aquel humorismo beethoveniano que no pretende elevarse a las cumbres de lo majestuoso, sino más bien retozar y brincar. La fantasía inicial del allegro, confiada al violín primero solo, presenta ese carácter alegre; prodiga notas picadas y notas acentuadas en corcheas y semicorcheas, teniendo algún que otro refuerzo armónico, convenientemente espaciado, e inmediatamente enlaza con el Primer tema tras poderoso crescendo sobre tres acordes. Expónese este tema con fuerte sonoridad; en el saltarín movimiento melódico intervienen a la octava los tres instrumentos superiores, mientras el violoncelo repite en corcheas una nota pedal que sirve de base a ese fragmento sonoro. Una segunda parte, complementaria, prepara un período de transición más recogido, para conducir a un segundo tema, en se­micorcheas, que dialogan en los cuatro instrumentos y prosiguen su evolución con viveza expresiva. El trozo central del tiempo trueca en episodio la fantasía inicial y da activa participación en forma dialogada a varios instrumentos. La reexposición adorna al­gunos de los elementos presentados primeramente, prolonga otros, y finaliza con un stringendo y dos acordes en fortísimo.

II. Andante con moto quasi allegreto: Se ha visto en este movimiento, más que un dolor presente, el lamento de un recuerdo cuya pro­cedencia no cabe precisar, pero que en todo caso conmueve y estremece nuestros corazo­nes. Está en la menor y compás de seis por ocho. Toda su primera parte, tiene una dulzura que parece anunciar las futuras romanzas sin palabras de Mendelssohn. Cuando el artista ahonda en su tristeza, ese tiempo ad­quiere una expresión dolorosa, Para recupe­rar el carácter primitivo en la vuelta al tema inicial. Este consta de dos partes, cada una de las cuales debe repetirse. Un breve com­plemento del mismo, confiado al primer vio­lín, tiene el apoyo rítmico de los instrumentos centrales, y sirve de preparación al segundo tema en do mayor dolce, cuya exposición se reparte entre los violines y la viola. Un nuevo pasaje sobre el pizzicato del violoncelo, que desciende hasta su región más grave. Prepara la vuelta al primer tema, presentado ahora con una ornamentación contrapuntística.

III. Menuetto.‑Grazioso: Para que no se profane la dolorosa impresión del tiempo an­terior, este número esquiva por igual la ale­gría y el heroísmo, según cierto crítico. Es un minué luminoso y amable; está en do mayor e introduce síncopas y valores ternarios para dar mayor flexibilidad a la melodía. El trío se inicia con un motivo constituido por las notas del acorde repartidas graciosamente. Reaparece la primera parte, y tras ella viene una coda en pianísimo, la cual no parece hallarse, motivada por razones psicológicas, sino por el deseo de preparar el contraste entre este tiempo sumamente plácido y el siguiente.

IV. Allegro molto: La Plenitud musical, el entusiasmo tempestuoso, la ardorosa pasión y la elocuencia arrebatadora imperan en este número, ejemplar modelo de fuga, cuyo amplio motivo va expuesto por la viola y corre sucesivamente a cargo de los demás instru­mentos ' aumentando la fuerza sonora progresivamente. Un solo de violín, tocado en piano, presenta un nuevo motivo en el tono de la dominante. Después el motivo principal sus­tenta un extenso episodio, con el cual se enlazan otros más, reveladores de una maestría perfecta en el terreno técnico, Crece la sonoridad. Una vez alcanzado el fortísimo, la viola ataca el tema de la fuga sobre un contramotivo a cargo del Primer violín. La fuga se desarrolla sobre trinos, y bien pronto sobre nuevas variantes del episodio, hasta concluir la peroración con un fortísimo enérgico y rotundo.