BEETHOVEN,
Ludwig van
A
LA AMADA AUSENTE, op. 98
El lied, considerado por algunos autores como una cristalización de las sensaciones poéticas percibidas por una raza y mantenidas en estado latente en cada uno de los individuos participantes de tal herencia, se caracteriza, en realidad, por su tendencia al subjetivismo, la cual suele asociarse con lo pintoresco, y a la expresión psicológica, que sabe unirse a lo descriptivo. En este sentido peculiar, Alemania produjo los más excelsos frutos de esa especie, y así bastarían para proclamarlo varios nombres: Schubert, Schumann, Mendelsson, Brahms, Wolf... Beethoven había contribuido, antes que todos ellos, al desarrollo del lied, pues amplificó una corriente que habla tenido precursores, y además fue el primer creador de «cielos de melodías», entendiéndose bajo esta denominación una serie de canciones que se interpretan sin solución de continuidad, como los tiempos de una sinfonía o de una sonata. Dio Beethoven la norma con la colección titulada: «A la amada ausente>, y no tardaron en imitarle Schubert con «La bella molinera» y «El viaje invernal», y Schumann con «Vida amorosa de una mujer» y «Amores de poeta».
«A la amada ausente» («An die ferne Gellebte») fue compuesto por Beethoven, sobre unos versos de Aloys Ieitteles, en 1816, y publicado a fines del mismo año. Con anterioridad habla producido otros lieder sueltos, algunos bien famosos o populares, como «Adelaida», «El beso», «El canto de la codorniz», el apasionadísimo «Mignon», con letra de Goethe, etcétera. Ese ciclo, según declaración del propio Beethoven, tradujo el pensamiento poético de un enamorado, que lejos de la mujer a quien tanto adoraba, sólo piensa en ella y en cuanto la rodeaba entonces. El «Liederkreis» (ciclo de canciones), del vienés leitteles, contiene cinco poesías tan sólo; mas Beethoven, separó en dos la tercera de la colección y por eso su obra consta de seis números:
1. Auf dem Huegel («Desde lo alto de la sierra»): El enamorado lamenta la separación, y envía a la mujer un mensaje con el pensamiento. La música, en Adagio espressívo, parece encubrir el dolor con una serenidad augusta, mientras la melodía va apoyada con acordes sencillos en su primera presentación. Repítese cuatro veces más, cada una con acompañamiento distinto, y aumentando la agitación, excepto cuando se repite por cuarta vez, que recupera aquella serenidad del principio.
Il. Wo die Berge so blau («A esa cumbre do el sol»). Un poco presto: El enamorado expresa su anhelo de hallarse donde ella, en esa hora crepuscular, ya que no puede tenerla
junto a él. La música adquiere una expresión anhelante, con recortados incisos y breves ecos, dichos por la voz y repetidos por el piano.
III. Leicht Segler in den Hoehen («Aves que venis volando»). Allegro assai: El enamorado se dirige a las aves que cruzan sobre la cima, a las nubes que surcan el cielo y al viento que sopla suave, para pedirles que, al pasar donde está la enamorada, le digan cuánto sufre con la ausencia quien la quisiera tener junto a sí. La melodía, en notas picadas, va subrayada con un dibujo ornamental en tresillos y vuelve a aparecer en modo menor para expresar la aflicción del que llora al verse solo.
IV. Diese Wolken in den Hoehen («De esas nubes el cendal»). Non troppo presto, con sentimento: Las nubes, los pájaros que vuelan alegres, los vientos que pasan de largo y acariciarán a la amada, el arroyuelo, cuyas aguas se deslizarán hasta el lugar donde ella se encuentra son envidiados por el joven. La melodía, caracterizada por su fuerza rítmica, tiene un exquisito acompañamiento.
V. Es kehret der Maien («Feliz nos da mayo perfumes de flor»). Vivace: La primavera sonríe para todos menos para él. Breve melodía, repetida insistentemente sobre una armonía de uniforme vitalidad rítmica, finalizada con un Adagio expresivo.
VI. Nimm sie hin denn diese Lieder («Las tonadas que te canto»). Andante con moto, cantabile: Esas tonadas son mensaje amoroso, y cuando lleguen a ella, y ella las cante, estarán los dos unidos. Aquí Beethoven ofrece una de esas melodías expresivas que tanto le singularizaban; y epílogo el número repitiéndolas en movimiento cada vez más acelerado. En el Allegro molto e con brío reaparece la melodía inicial («Desde lo alto de la sierra»), para afirmar la unidad del sentimiento que preside el ciclo.